Ahora veremos para qué es que sirve la diplomacia de carrera...




La ambigüedad de Obama, la agresividad de Chávez y la neutralidad del continente dejaron a Colombia en una posición solitaria.

Así reza un aparte del editorial de El Tiempo, donde se evalúa el estado actual de la nación colombiana en el concierto internacional: solitario. En cierta forma Chávez tiene razón, cuando señala a Colombia como el Israel de América Latina: estamos solos, rodeados de indiferencia, ambigüedad, y no tan oculta hostilidad. Lo más interesante es que esto ya estaba cantado; Carlos Alberto Montaner lo había señalado hace ya dos años.

En Estados Unidos la prioridad de Obama es complacer a la AFL-CIO y demás sindicatos que lo ayudaron  generosamente en su elección; por eso no habrá TLC, aunque un incremento en el comercio podría reactivar las economías de ambos países, para qué arriesgarse a competir y perder la chamba, si el Tío Sam ahora les da lo que ellos pidan.

Obama, suave con quienes lo amenazan e insultan y duro o indiferente con los aliados, ha permitido casi que por omisión que Brasil se estrene como nuevo árbitro en Latinoamérica. Y que estreno tan equilibrado: equipara la mesura con que Colombia maneja sus declaraciones con la intemperancia verbal de Chávez. Otro paso en falso de Brasil; mientras Estados Unidos mete reversa y termina reconociendo el nuevo gobierno de Honduras, Lula se emperra y se la juega toda con un presidente que estaba listo en sus preparativos para perpetuarse en el poder.

Brasil tiene fama de tener el servicio diplómatico más técnico y profesional del subcontinente. Chávez se ufana de exportar la revolución bolivariana a punta de petrodólares. En Colombia se ubica en embajadas y consulados a políticos con el fin de pagar favores y/o evitarles problemas jurídicos. Ahora que estamos solos, veremos para qué es que sirve la diplomacia de carrera...

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