Juan Manuel Corzo: ponchado

Un galoncito de gasolina, por el amor de Dios...
Strike Uno: La inmunidad parlamentaria. Levantarle la inmunidad parlamentaria al suplente a la Cámara de Representantes Pablo Escobar Gaviria, fue todo un viacrucis. Ad portas de tomarse el poder político por su mano, Escobar usó todas las triquiñuelas posibles para obstruir el proceso. Con este severo antecedente, la Constituyente de 1991 convenientemente "olvidó" institucionalizar la inmunidad que en 1886 había sido considerada un gran acierto. Ahora el todavía flamante presidente del Senado Juan Manuel Corzo decide que es conveniente revivir el esperpento que bloquearía las investigaciones en contra de unos individuos (e individuas) ya de por sí retrecheros para admitir que se meten a la cama con los guerrilleros, los narcotraficantes o los paramilitares. El proyecto de ley sigue medrando por ahí, esperando a que la opinión pública y la prensa se distraigan y pueda dar el zarpazo final (preferiblemente a final de año).

Strike dos: Gestión. Culiprontismo a la hora de devolver funciones a funcionarios investigados, misteriosas votaciones en comunidades indígenas, y presuntos vínculos con narcotraficantes y paramilitares, sazonan especialmente la hoja de vida de Juan Manuel Corzo.

Strike tres: La lastimera queja de que el sueldito de senador de la República no le alcanza para tanquear sus camionetas.
"Prefiero no robar al Estado y que me paguen la gasolina."
De todo lo que haya podido decir en su fecunda carrera política, esta sin duda es la frase que pasará a la historia. Como si estuviera entre la espada y la pared, agobiado por la necesidad. Como si el robo estuviera justificado, sobre todo para un abnegado senador como lo es él.


Ponchado. En otra parte tendría que haber renunciado por verguenza.
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