Fin de la Zona Euro: cuentos de terror en vez de debate sensato
Los europeístas a ultranza la quieren poner bien trágica para que todos los miembros de la Unión Europea sigan metiendo el brazo bien hasta el fondo en esa olla de agua hirviendo que es la Zona Euro.
A pesar de que personas de la talla Vaclav Havel habían pronosticado que al haber fracasado los referendos de ratificación de la constitución europea, la burocracia de Bruselas presionaría al máximo para conseguir los mismos resultados proyectados en el referendo, todo siguió - y sigue - como previsto: un gigantesco SNAFU en el que Alemania y Francia vienen al rescate junto con el FMI y Dios sabe quién más, socavando cada vez más la soberanía de los PIIGS.
Es paradójico que para salir de la crisis ocasionada por la implosión del estado de bienestar, agravado por la adopción una moneda única (que resta margen de maniobra a las naciones de la UE), la solución precisamente sea redoblar las apuestas en el euro, esta vez entregando buena parte de la soberanía fiscal a los burócratas de Bruselas.
Grecia, a despecho de las apariencias, es un país más inviable que Somalia, por cuestiones demográficas. España paga la resaca de la borrachera socialista y verde que el mismo Zapatero le metió gaznate abajo. Irlanda aún podría recuperarse. Portugal e Italia penden de un hilo con la diferencia que Portugal trata de salir del lío e Italia sigue en manos de un zoquete.
¿A santo de qué insistir con una moneda única?
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