Una boñiga de perro con un pañuelo amarrado
Disculpen la demora, pero me costó varios días recuperarme de la vergüenza de las sesenta bombillas reventadas que dejaron en penumbras un “espectáculo” lastimero. Del sonido de quinta que casi dejó en ridículo al presidente, a los cantantes… ni Shakira, ni Juanes ni Carlos Vives… no friegue, ni Michael Jackson con El Joe revividos hubieran podido salvar esa vaina.
El problema fue la logística. No hubo coordinación, absolutamente ninguna entre los diferentes actores del show. Ni un solo plan de contingencia tampoco. Gracias a la Fundación Carnaval por semejante despliegue de profesionalismo. Y a Doña Rossana Lignarolo, que al parecer pensó en armar su rutina con sus 2000 bailarines, y que la transmisión de televisión podía hacerse sin libreto, más bien “freestyle”, como los reguetoneros. Ni un solo ensayo con las cámaras de televisión para ver como se podría ver el “espectáculo” por fuera del estadio. ¿Será verdad que apenas ensayaron 5 veces en el estadio? Y este es en realidad un segundo strike para la Sra. Rossana, porque en un evento anterior y similar a este quedó debiendo.


A Jorge Celedón… pues bien, francamente yo no espero que se ponga a cantar en inglés (lo que se espera de un mundial de fútbol es un tema en inglés, pero la FIFA lo encontró así OK no más) ni mucho menos, pero el tema no me gustó ni cinco… no tiene la emoción de un “Waka Waka”, o de una “Fiesta” o el “Cumbión del Junior.” En fin, para gustos hay colores.

Pero los demás, ¡que empiecen a dar la cara y a contestar el teléfono!
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