Pacheco, gloria de la TV colombiana
Pacheco lleva quizá un poco más de una década completamente marginado de la pantalla chica, exceptuando algún proyecto fallido con Martín de Francisco, si mal no recuerdo. Y solamente lo recuerdan ya los colombianos de cierta edad. Para los que no lo saben, Fernando González – Pacheco es el colombiano más importante que jamás haya existido; en su máximo momento de gloria, podía haber gente que ignorara a Nariño, Torres, Bolívar y todos los próceres de la independencia, Gabriel García Márquez era un desconocido junto a Juan Valdez, pero todos sabían quien era Pacheco.
Y sin duda, en medio de nuestro provincialismo de dos canales de televisión, en plena década de los 80’s, Pacheco se le antojaba a la teleaudiencia como archimillonario, todopoderoso y con más poder de convocatoria que el presidente de la República. Ídolo y amigo de los niños (aunque según él, más de uno le hacía una que otra trastada en el estudio cuando presentaba el inolvidable Animalandia, casi siempre enguayabado), magnífico entrevistador de soft – ball (mi teoría es que Larry King tuvo que haber visto en secreto Cita con Pacheco o Charlas con Pacheco), que hacía sentirse en su casa a todas las figuras que participaban en su programa, actor consagrado (El Viejo y Música Maestro son dos de sus credenciales), buen bongosero y el mejor presentador y animador de la televisión colombiana de todos los tiempos.
Para quien ve a Paulo Laserna, Carlos Calero, María José Barraza, Silvestre Dangond y a cualquier otro que se aventure a presentar concursos en los actuales canales privados y haya conocido a Pacheco, sabe instintivamente que desde hace más de diez años la televisión está como huérfana, porque le hace falta la calidez de alguien que para los colombianos llegó a ser como un miembro más de la familia (¿Recuerdan Compre la Orquesta y Siga la Pista?).
Si hay a quien agradecerle este amargo desenlace que nos trajo la sin duda prematura ausencia de Pacheco de la pantalla chica, pues que sea a las farc. Sí, las farc, que poco a poco destruyeron su salud mental, primero secuestrando a su pariente Guillermo “La Chiva” Cortés y luego asediándolo mediante un minucioso acoso del que le daban cuenta en detalle por teléfono, abocándolo a exiliarse intempestivamente en Miami, alejándolo así de su querida Colombia.
Aunque regresara después, nunca pudo volver a su antigua vida; el daño ya estaba hecho.
Hoy Pacheco parece un fantasma del que muy de vez en cuando se tienen noticias, y no suelen ser buenas. Quizá lo peor es que el atormentado hombre de TV rechaza cualquier tipo de homenajes y condecoraciones que se le quieran imponer, por lo que no ha podido dejar que de alguna forma los colombianos que lo recuerdan le puedan demostrar cuánto lo quieren.
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