Cita Médica Virtual: Paso de Gigante en la deshumanización de los servicios médicos

Alfred Nobel tenía una gran fe en su invento: no era tanto lograr estabilizar la volátil y explosiva nitroglicerina sino que la dinamita (así llamó a su invento) era mucho más poderosa que su antecesora. Tanto, que Nobel pensó que gracias a su invento por fin se acabarían las guerras. Años después, con la muerte respirándole en la nuca y consumido por el remordimiento de haberse enriquecido con su mortífero invento, dejó en su testamento el legado monetario y las instrucciones que pondrían en marcha la archirreconocida institución de los Premios Nobel.

“Tal como los bancos se inventaron los cajeros automáticos para estar en todas partes, yo me inventé este sistema de módulos para que los servicios de salud pudieran estar en todas partes.” Con estas palabras el colombiano Hernán Gómez, inspirado por un altruismo digno de mejor causa, abre un boquete que terminará de deshumanizar por completo la medicina, especialmente la que se brinda a través del sistema de seguridad social en salud.

Mediante un sistema de módulos equipados con servicios de videoconferencia y herramientas informáticas especializadas, el doctor de medicina general ya no necesitará estar en la misma habitación que el paciente. Con la política ya existente de citas médicas de quince minutos, el engranaje de economía de escala en medicina será completo. Gracias a don Hernán, imagínese Usted entonces llegando a un edificio donde no habrá ni un médico ni enfermera, pero sí un vigilante que le indicará en qué cubículo debe sentarse para que un médico, sentado en otro cubículo en una ciudad distante (seguramente Bogotá), le haga una serie de preguntas para ver qué tripa se le torció a Usted.
Muchas gracias don Hernán. Sin duda algún día le pondrán encima la Cruz de Boyacá, y el sufrido pueblo colombiano que tiene que bregar lo indecible por una cita médica ya sabrá a quien agradecerle el que su calidad de vida haya disminuido un poco más. La tecnología ya existía y estaba allí, pero en vez de dejar que otro le arrebatara la ignominiosa “gloria”, Usted prefirió llegar primero que todos.

La dinamita, como casi todos los inventos humanos, tiene usos pacíficos, pero siempre habrá alguien interesado en usar esos inventos para someter y destruir. El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. ¿Más médicos? ¿Más clínicas? ¿Más infraestructura? No, citas virtuales.


Gracias por nada, don Hernán. Sin ironías, le deseo que jamás llegue a ser víctima de su propio invento.
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