Vienen a Colombia los tiempos de la Prohibición

Desde tiempos inmemoriales existe lo que se ha denominado el monopolio rentístico departamental sobre los licores, lo que significa en la práctica que cada ente territorial se dedica a destilar y comercializar ron y/o aguardiente (los licores favoritos de los colombianos), lo que se denominó en su momento "el estado cantinero"; todo con el "noble" objetivo de financiar la salud y la educación pública de cada departamento. Nunca funcionó; en algún momento fue particularmente cruel y atroz, especialmente cuando a los maestros se les pagaba el sueldo con cajas de ron para que las malvendieran a su vez. El sistema de salud pública ha quebrado ante el descgreño y la corrupción. Sin embargo, nada de eso ha truncado la insensata vocación empresarial del estado, porque hay también mucha vocación burocrática y contratista que atender.

Mientras tanto, la realidad se ha encargado de erosionar, a pasos cada vez más agigantados, ese monopolio rentístico departamental. El gusto del público se decanta cada vez más a los vinos, el whisky y las cervezas importadas. La producción clandestina de licor (y la eufemísticamente disfrazada de "aperitivos") es cada vez más fuerte (y tecnificada). ¿Y del contrabando? Bien gracias, mejor que nunca. Según la fuente, el 75% del licor consumido en el país es de contrabando. Es entendible que los departamentos hayan demandado a los grandes productores de licor en el extranjero para que éstos sean resarcidos de todo los perjuicios ocasionados por el contrabando. Funcionó con los electrodomésticos; todavía existe el correo de las brujas, pero el 70% de los electrodomésticos comercializados en el país son completamente legales, algo que se creía imposible a finales de los 90's. Los hipermercados reemplazaron a los sanandresitos, pero no ha podido suceder algo en el campo de los licores, análogo a lo que sucedió también en el caso de los cigarrillos. La Constituyente de 1991 hubiera sido el escenario perfecto para eliminar este exabrupto conceptual; pero no, pudo más la inercia y la idea estúpida de que todo podría seguir como siempre. Algunos dirían que era una forma de impedir también que el Grupo Santo Domingo y la Organización Ardilla Lülle adquirieran más poder acaparando inmediatamente otro sector de la economía. En vez de esto, tenemos un contrabando de licores más fuerte que nunca, y en los canales legales, los departamentos también pierden terreno.
Ahora, como solución proponen el cierre del mercado a licores extranjeros a partir del 1º de Marzo de este año. Al parecer la Federación (otra vez el término insulso ése) Nacional de Departamentos tiene excesiva confianza en los poderes represivos de la DIAN y de la Fiscalía General de la Nación. Mientras tanto, las mafias que se dedican al contrabando y a la destilación clandestina deben frotarse las manos de imaginarse las ganancias colosales que les esperan de imponerse este asalto al sentido común. Ese dicho de que el que ignora la historia está condenado a repetirlo es muy cansón, pero en este caso no deja de ser cierto. Parece que vienen a Colombia los tiempos de la Prohibición.


Y mejor no hablemos de las loterías...
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