Anarquía en Barranquilla: es distrito, no detritus.
Por el barranquillero promedio
Reflexionando un poco, me he dado cuenta de que alguien debe tener trabajados muñecos de vudú del alcalde, de Javier Bacca, Giovanni Hernández y de ciertos periodistas deportivos, entre otros. Sólo así se podría explicar el que estén actuando contra toda lógica y razón. Y de paso explicaría por qué nuestro inefable Alex Char, a.k.a. “el mejor alcalde de Colombia” se nos durmió en los laureles, mientras que paradójicamente se hizo el vivo con el problema de Campo Alegre, dejando muy convenientemente que el distrito se lo solucione y que también dejó junto con la Triple A que la situación de la ciudad y el aseo de ésta se les fuera de las manos al punto de la anarquía y de vivir literalmente en medio de detritus.
No es para menos, la ciudad está inundada de basuras y cualquier sitio es ideal para iniciar un botadero. Las protestas por el lado de Juan Mina se han vuelto cíclicas; un poco de previsión hace meses no hubiera permitido que la vía que lleva al relleno sanitario de la ciudad y a su nueva Zona Franca se hubiera vuelto intransitable al punto de que actualmente los camiones y volquetas se queden hundidos en el fango sin poder salir.
Nuestro municipio hermano Soledad tampoco se escapa de esta desidia, porque su justa protesta por la falta de gestión en barrios tales como La Arboleda no ha sido atendida, sino reprimida con fuerza. Cómo será de desesperante la situación en el segundo municipio del departamento (más antiguo que Barranquilla incluso), que la ira y el inconformismo de sus habitantes, de la pura impotencia, no está dirigido al fantasmal alcalde del municipio, al que le hacen antesala pero nunca ven entrar ni salir del edificio de la alcaldía, sino al alcalde del distrito de Barranquilla.
La teoría del vudú explicaría fácilmente el porqué Javier Bacca actuó en contra de sus propios intereses al punto de malograr una transferencia al fútbol europeo. Cincuenta y seis goles en dos años no son nada cuando se está en una liga exigente, que requiere el 100% de rendimiento y todavía más, y que no perdona la indisciplina y la guasa. ¿Qué sentirá Bacca ahora cuando vuelva a zambullirse en el mar o en una piscina?
También se entiende de esta forma por qué Giovanni Hernández dejó crecer al enano tributario en Argentina en vez de pagar sus impuestos atrasados, que ya van por la friolera de US$ 250.000. No es la primera vez que esto sucede; en general a nuestras estrellas se les hace que la DIAN y el pago de impuestos no tiene nada que ver con ellos.
Es inaudito que la prensa barranquillera conciba que Diego Edinson Umaña tenga realmente algo que ver con la crisis del Junior. Ningún Mandrake puede con un equipo en el que la gente parrandea, toma trago y vagabundea. Ningún equipo de fútbol rinde así, y ningún técnico puede controlar nada, cuando sus jugadores deliberadamente lo sabotean rindiendo mal a propósito. Disculpen mi lenguaje, pero cualquier disquisición, elucubración o pajazo mental que exonere de alguna forma a los jugadores y se le achaque algo o todo al técnico, es buscar al ahogado (en ron) río arriba. Es hora de presionar a estos individuos para que se comporten como profesionales, que no lo sean sólo a la hora de cobrar el sueldo y los – pásmense – premios.
Las camionetas de nuestros funcionarios públicos, deben tener tremendo sistema de amortiguación y suspensión, o tanto puyazo de vudú los debe haber vuelto completamente insensibles al dolor, de tal forma que tampoco pueden sufrir los huecos, baches y zanjas de la ciudad. Además, nunca van al Tomás Arrieta por la carrera 54, el sistema de aire acondicionado debe funcionar a todo timbal, de tal forma que los trancones y nudos de tráfico (en el caso de no tener escolta que les abra el paso), tampoco les debe producir ningún estrés.
El vudú es cosa seria. Produce estupidez. Sólo así se explica que habiendo desde hace años la tecnología para recaudar pasajes de bus electrónicamente, todavía se exponga a los choferes a ser asaltados al regresar a su nevada después de culminar el viaje. También explica lo espectacularmente mala que fue la administración Hoenigsberg, que fue montaña de miel sólo de nombre. Nos acostumbramos primero a lo pésimo, y luego de ver atisbos de una buena gestión, nos ha golpeado como nunca la incompetencia, desidia y picardía que se han asomado en los últimos meses en la ciudad. Mientras tanto, el puente de Los Agachados, aunque terminen adecuándolo, quedará como un golazo… digo, testamento a la eficiencia de la gestión de la administración Char.
Así que no entiendo a los adalides de la anarquía, los que se pasan pintando la letra A dentro del circulito. ¿Acaso no se dan cuenta de que ya vivimos en ella? Anarquistas barranquilleros, ¿qué prefieren? ¿Vivir en un distrito o en detritus, tal como le toca a los habitantes de La Arboleda?
El vudú también me afecta, porque no puedo salir de este tema aunque quiera…
Reflexionando un poco, me he dado cuenta de que alguien debe tener trabajados muñecos de vudú del alcalde, de Javier Bacca, Giovanni Hernández y de ciertos periodistas deportivos, entre otros. Sólo así se podría explicar el que estén actuando contra toda lógica y razón. Y de paso explicaría por qué nuestro inefable Alex Char, a.k.a. “el mejor alcalde de Colombia” se nos durmió en los laureles, mientras que paradójicamente se hizo el vivo con el problema de Campo Alegre, dejando muy convenientemente que el distrito se lo solucione y que también dejó junto con la Triple A que la situación de la ciudad y el aseo de ésta se les fuera de las manos al punto de la anarquía y de vivir literalmente en medio de detritus.
No es para menos, la ciudad está inundada de basuras y cualquier sitio es ideal para iniciar un botadero. Las protestas por el lado de Juan Mina se han vuelto cíclicas; un poco de previsión hace meses no hubiera permitido que la vía que lleva al relleno sanitario de la ciudad y a su nueva Zona Franca se hubiera vuelto intransitable al punto de que actualmente los camiones y volquetas se queden hundidos en el fango sin poder salir.
Nuestro municipio hermano Soledad tampoco se escapa de esta desidia, porque su justa protesta por la falta de gestión en barrios tales como La Arboleda no ha sido atendida, sino reprimida con fuerza. Cómo será de desesperante la situación en el segundo municipio del departamento (más antiguo que Barranquilla incluso), que la ira y el inconformismo de sus habitantes, de la pura impotencia, no está dirigido al fantasmal alcalde del municipio, al que le hacen antesala pero nunca ven entrar ni salir del edificio de la alcaldía, sino al alcalde del distrito de Barranquilla.
La teoría del vudú explicaría fácilmente el porqué Javier Bacca actuó en contra de sus propios intereses al punto de malograr una transferencia al fútbol europeo. Cincuenta y seis goles en dos años no son nada cuando se está en una liga exigente, que requiere el 100% de rendimiento y todavía más, y que no perdona la indisciplina y la guasa. ¿Qué sentirá Bacca ahora cuando vuelva a zambullirse en el mar o en una piscina?
También se entiende de esta forma por qué Giovanni Hernández dejó crecer al enano tributario en Argentina en vez de pagar sus impuestos atrasados, que ya van por la friolera de US$ 250.000. No es la primera vez que esto sucede; en general a nuestras estrellas se les hace que la DIAN y el pago de impuestos no tiene nada que ver con ellos.
Es inaudito que la prensa barranquillera conciba que Diego Edinson Umaña tenga realmente algo que ver con la crisis del Junior. Ningún Mandrake puede con un equipo en el que la gente parrandea, toma trago y vagabundea. Ningún equipo de fútbol rinde así, y ningún técnico puede controlar nada, cuando sus jugadores deliberadamente lo sabotean rindiendo mal a propósito. Disculpen mi lenguaje, pero cualquier disquisición, elucubración o pajazo mental que exonere de alguna forma a los jugadores y se le achaque algo o todo al técnico, es buscar al ahogado (en ron) río arriba. Es hora de presionar a estos individuos para que se comporten como profesionales, que no lo sean sólo a la hora de cobrar el sueldo y los – pásmense – premios.
Las camionetas de nuestros funcionarios públicos, deben tener tremendo sistema de amortiguación y suspensión, o tanto puyazo de vudú los debe haber vuelto completamente insensibles al dolor, de tal forma que tampoco pueden sufrir los huecos, baches y zanjas de la ciudad. Además, nunca van al Tomás Arrieta por la carrera 54, el sistema de aire acondicionado debe funcionar a todo timbal, de tal forma que los trancones y nudos de tráfico (en el caso de no tener escolta que les abra el paso), tampoco les debe producir ningún estrés.
El vudú es cosa seria. Produce estupidez. Sólo así se explica que habiendo desde hace años la tecnología para recaudar pasajes de bus electrónicamente, todavía se exponga a los choferes a ser asaltados al regresar a su nevada después de culminar el viaje. También explica lo espectacularmente mala que fue la administración Hoenigsberg, que fue montaña de miel sólo de nombre. Nos acostumbramos primero a lo pésimo, y luego de ver atisbos de una buena gestión, nos ha golpeado como nunca la incompetencia, desidia y picardía que se han asomado en los últimos meses en la ciudad. Mientras tanto, el puente de Los Agachados, aunque terminen adecuándolo, quedará como un golazo… digo, testamento a la eficiencia de la gestión de la administración Char.
Así que no entiendo a los adalides de la anarquía, los que se pasan pintando la letra A dentro del circulito. ¿Acaso no se dan cuenta de que ya vivimos en ella? Anarquistas barranquilleros, ¿qué prefieren? ¿Vivir en un distrito o en detritus, tal como le toca a los habitantes de La Arboleda?
El vudú también me afecta, porque no puedo salir de este tema aunque quiera…
Excelente análisis. Y es que a veces se puede perdonar más fácil cuando se actúa de mala fe que cuando se actúa con estupidez... tenemos muy poca paciencia con la estupidez.
ResponderEliminarGracias.