Melisma, un cliché insoportable
De acuerdo a la Wikipedia, en música, melisma (del griego, μέλισμα, “canto”) es la técnica de cambiar la altura de una sílaba musical mientras es cantada. Según Jesús Giralt i Radigales et al. puede hacer referencia a la música de la Antigua Grecia, en la que una nota larga se sustituía por una sucesión de notas breves, o al Canto Gregoriano en el que se cantaban varias notas sobre una misma sílaba. A la música cantada en este estilo se le llama melismática, opuesto a silábica, donde a cada sílaba de texto le corresponde una sola nota.
Para mí, era algo irritante de lo que no sabía que existía un nombre que lo identificara. Es decir, el melisma lo reconocía como el innecesario estiramiento de las vocales de una canción que el o la cantante, con el fin de mostrar su gran registro y voz, decidía infligir en el público, y lo que es peor, en mí.
En fin, el melisma por sí mismo no es algo malo. El problema es que se ha convertido perceptiblemente en el único recurso con el que los cantantes de cualquier género quieren demostrar que tienen talento. Gracias Simon Cowell, por haber moldeado a través de American Idol, a una generación de cantantes que convertirán el melisma en un cliché, tal como lo es:
* el solo de saxofón obligatorio del pop de los 80's.
* el subir una octava a la canción para exprimirle treinta o cuarenta y cinco segundos cruciales
más a la melodía.
* el chicken scratch del funk.
* el acompañamiento de violines de la música disco.
* el slapping en el bajo.
Incluso, alguno de estos clichés son y serán recordados con cariño por muchos, pero, ¿quién dice que una canción tiene que tener más feeling cuando agotas al público chillando más que Janis Joplin en Summertime? Con la diferencia de que Janis sí me interesa.
Hablo de ustedes, Marc Anthony, Christina Aguilera, Celine, Whitney y un largo y mediocre etcétera: si Ustedes no me creen, o si me salen con el cuento de que es música soul, entonces escuchen a Marvin Gaye en Let's Get it On: se luce y la estira un poco, pero jamás exagera. Y la saca del estadio para siempre. Y millones han sido concebidos mientras esta canción sonaba. Luego escuchen a Maureen Tucker, la baterista (!) de The Velvet Underground interpretando After Hours. Si creen que eso fue hace mucho tiempo, que me la paso hablando de un pocotón de viejales, entonces sigan con Angie Hart de Frente!, en Bizarre Love Triangle. Pero jamás podrán superar la belleza atemporal con la que la voz de Mama Cass de The Mamas & The Papas se luce en Dream a Little Dream of Me.
¿Ahora ya me hice entender? Hay otras formas de expresar sentimiento. Atrévanse a ser diferentes. Aunque no vaya nunca a comprar uno solo de sus discos (igual me toca aguantármelos cuando voy en el bus).
* el subir una octava a la canción para exprimirle treinta o cuarenta y cinco segundos cruciales
más a la melodía.
* el chicken scratch del funk.
* el acompañamiento de violines de la música disco.
* el slapping en el bajo.
Incluso, alguno de estos clichés son y serán recordados con cariño por muchos, pero, ¿quién dice que una canción tiene que tener más feeling cuando agotas al público chillando más que Janis Joplin en Summertime? Con la diferencia de que Janis sí me interesa.
Hablo de ustedes, Marc Anthony, Christina Aguilera, Celine, Whitney y un largo y mediocre etcétera: si Ustedes no me creen, o si me salen con el cuento de que es música soul, entonces escuchen a Marvin Gaye en Let's Get it On: se luce y la estira un poco, pero jamás exagera. Y la saca del estadio para siempre. Y millones han sido concebidos mientras esta canción sonaba. Luego escuchen a Maureen Tucker, la baterista (!) de The Velvet Underground interpretando After Hours. Si creen que eso fue hace mucho tiempo, que me la paso hablando de un pocotón de viejales, entonces sigan con Angie Hart de Frente!, en Bizarre Love Triangle. Pero jamás podrán superar la belleza atemporal con la que la voz de Mama Cass de The Mamas & The Papas se luce en Dream a Little Dream of Me.
¿Ahora ya me hice entender? Hay otras formas de expresar sentimiento. Atrévanse a ser diferentes. Aunque no vaya nunca a comprar uno solo de sus discos (igual me toca aguantármelos cuando voy en el bus).
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