Gracias a Chávez, la política colombiana ya no es dinámica, sino bipolar!
Hoy tenemos como invitado especial a El Agente P, miembro de the sipmac ensemble y Editor-en-Jefe de Tijera Press, blog con el que sipmacrants! se encadena en esta ocasión para presentarles un numerito bien jocoso y dice así:
Bueno, ya sabemos como se ve el nuevo traje del emperador. Resulta que con unas cuatro horas, de acuerdo con el - qué curioso - tono entusiasta de El Tiempo y de la prensa en general, se solucionó la crisis bilateral con Venezuela. Eso, y unas cinco comisiones terminarán de enderezarlo todo (John F. Kennedy solía decir que una jirafa era un caballo diseñado por una comisión ). Perdón, se me olvidó que Ecuador también se contentó, al poderse llevar el presidente Correa los discos duros de los computadores de Reyes (eso sí, habla de olvido, pero no de perdón).
Pensándolo bien, sería inaceptable que mañana Nicaragua no desista de una buena vez por todas de sus pretensiones sobre San Andrés y Providencia, gracias a las gestiones de doña María Ángela Holguín, nuestra cancillera. A esta velocidad, probablemente la crisis de la salud quede resuelta para el jueves, y en unas dos semanas las tan necesitadas reformas habrán pasado por el congreso y serán firmadas por nuestro zurdo presidente. Para entonces no habrá más nada que hacer por el país sino a nivel local, por lo que el congreso deberá ser cerrado, y los congresistas deberán quedarse en casa resignando cualquier posibilidad de pensión multimillonaria que pudieran haber albergado. Para hacerse notar a nivel nacional, los políticos deberán participar en realities estilo "El desafío" y para adquirir "talla de estadista", deberán concursar en una adaptación de "Quién quiere ser millonario", presentada por el mismo Paulo Laserna. Mientras tanto, don Juan Manuel Santos podrá matar el tiempo (perdón por el chistecillo involuntario) dando conferencias sobre como reproducir el modelo colombiano en todo el mundo.
A ver, descontando el hecho de la verdadera competencia de la doctora Holguín, obviamente lo demás es puro sarcasmo, otra forma de decir "¿será verdad tanta belleza?"
El primer síntoma de esta extraña enfermedad ditirámbica que está nublando el sentido de las proporciones y las perspectivas no se originaron en El Tiempo, sino en todos los columnistas que le hacían oposición a Uribe y que han gozado como enanos con cada supuesto desaire que le hizo Santos al presidente saliente. Y ahora al parecer, hemos vuelto a hacer del diálogo un fetiche.
Mi pronóstico es que con un solo fallo de magnitud, verbigracia con nuestro inestable Hugo Boss, el "nuevo tono" quedará en entredicho, porque de repente parece que el país se quedó sin uribistas (eso es lo que da a entender la prensa). Craso error, que puede gestar algo realmente desagradable, que pueda traducirse en resultados electorales. O de reformas constitucionales, nunca se sabe. A Uribe nunca lo vieron venir, tampoco lo verán regresar quizá. Mientras tanto, bájenle al tropicalismo y a las expectativas, que si hay algo que afortunadamente se pudo contener en su contagio durante los últimos ocho años, fue el delirio chavista.
Uribe se fue de Colombia, pero no de los colombianos (tanto de quienes lo quieren bien como de los que lo quieren bien mal).
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