Ingrid Betancourt lleva a Colombia en las entrañas
Bueno, como Ustedes sabrán, hace algunos días me preguntaba en qué mundo viviría Ingrid Betancourt. La pregunta no ha perdido vigencia, gracias a sus nuevas declaraciones, ahora para la publicación francesa Le Parisien. No es que Ingrid se sienta más francesa que colombiana (quizá ella se lo crea), como se ha insinuado con insistencia, sobre todo desde que se tuvo conocimiento de la multimillonaria demanda en ciernes que tenía para el estado colombiano, es decir, para todos nosotros.
Al contrario, una vez más acaba de mostrar que tiene bien desarrollada uno de las peores características de la idiosincracia nacional: la de creerse más vivo (avispado) que todo el mundo. Sólo así se pueden explicar perlas como que "no esperaba que la acusaran de ingratitud al solicitar esa indemnización de cerca de siete millones de dólares" y que "lo que le llevó a pedir la millonaria suma fue apoyar a sus antiguos compañeros de detención, a los que se siente muy unida".
"Este dinero no era para mí, sino para mi fundación. Mi objetivo es ayudar a los otros rehenes, a quienes todavía están en la selva en manos de las Farc, esta organización terrorista. Habría usado ese dinero para programas concretos". Una vez más sale a relucir el libro que escribió y sobre el que ya recibió millonarios anticipos para las ediciones francesa, inglesa y española; es decir, un anticipo por cada una (!).
Ella dice también que el libro no sería "una respuesta ni un ajuste de cuentas". Saben qué? Estoy dispuesto a creer eso todavía porque no he leído el libro (y este podría ser editado aún de sus partes respondonas y de ajustes de cuentas). El sol que Ingrid no puede tapar con las manos es el de que está en modalidad de "damage control" después de su monumental metida de pata, porque debe proteger a toda costa el éxito de sus memorias en cautiverio. No importa que una vez más trapee el piso con los colombianos que tanto clamaron por su libertad para lograrlo. Y tampoco importa que se crea más viva que los franceses.
Después de semejante "damage control", lo que le hace falta a Ingrid es un "reality check."
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