Quiénes apostaron fuerte y perdieron...?

A continuación, una breve antología de los muchos periodistas/columnistas que se la jugaron toda por Mockus en las dos vueltas y perdieron irremediablemente. Por un lado, hacerlo es mucho más jocoso que perder la dignidad por estar lamboneando y alabando a los ganadores y/o estar haciendo "gabinetología." Nuestro "roster" de perdedores se compone no sólo de (aunque hay muchos más de ellos en El Espectador):

*María Elvira Samper: con el dudoso récord de que la hayan bajado del caballo dos veces. Del Noticiero QAP y de la Revista Cambio. Por lo mismo, y por amor propio era imposible que le hiciera campaña al presidente electo. Podría decirse que es un caso especial del periodismo colombiano: nacida dentro de la élite que gobierna el país, lo que no le ha impedido ejercer el periodismo tan bien como para pisarle bien duro los callos a ésta (¡dos veces!).

* Héctor Abad Faciolince: para alguien a quien en forma muy sutil se le da por meter sus estocadas, su última columna resultó muy lastimera al invocar a Voltaire con su sempiterno y enigmático "cultive su jardín". El tono de la columna casi parecía evocar las palabras de Saramago que parecen ser el epitafio de la campaña de Mockus (y del Partido Verde, si se descuidan):
" (...) cuando muera entraré en la nada sencillamente en la nada, me disuelvo en átomos, es todo lo que llevo dentro y se acabó."
* Ramiro Bejarano: ocho años de oposición, los mismos de Felipe Zuleta, deben dar cierto sentimiento de futilidad, aunque aprecio que se hayan tomado el trabajo (y muchos riesgos) de hacer tantas denuncias. Sin embargo, Bejarano también supera a Zuleta en una cosa: carece de elitismo, ése que cada cierto tiempo traiciona al columnista. Aunque estoy de acuerdo conque la institución presidencial recupere su majestad, creo en el dicho con el que introdujeron el capitalismo en China Roja: "que importa si el gato es negro o blanco con tal de que cace ratones".

* Vladdo: vea usted, otro damnificado de la CEET. Si uno lo enfoca así, hasta se entiende el fervor que con el que acogió la campaña de Mockus, algo un poco extraño tratándose de Vladdo, quien no suele prodigar sus simpatías políticas a nadie. Para mí, esa simpatía inesperada, se volvió irritante con mucha facilidad.

* María Jimena Duzán: apostó muy fuerte y pierdió de la misma manera, ya que se atrevió a preguntar (en la cresta de la ola verde, claro está) dónde estaban los uribistas. La pregunta fue respondida suficientemente el 30 de Mayo y el 20 de Junio.

* Alejandro Gaviria: simplemente apostó y perdió. Parece que formó parte de los cuadros de la campaña de Mockus. Los análisis que publica en El Espectador suelen ser muy interesantes, y tiene un blog con un feedback muy bueno, tanto como el de Felipe Zuleta.

* Rudolf Hommes: este es para mí el más incomprensible de todos. Parezco cualquier forista de El Tiempo cuando digo: ¿Por qué no aplicó todo lo que dice ahora cuando fue ministro de hacienda?

Creo no haber sido demasiado duro con nadie; al contrario, creo haber reconocido los méritos de casi todos. En lo que si creo es que en más de un caso insultaron al electorado en vez de persuadirlo, y no disimularon bien ese sentimiento que en inglés llaman "smug" y que en español connota cierta soberbia por creerse moralmente superior. Y de paso, reitero lo ya dicho antes:
Abandone el tono moralista de la campaña: sí, es exitoso, pero sólo le trajo un poco más de 3 millones de votos. Esos mismos votos han estado flotando desde la era en que Pastrana fue presidente; luego fueron a parar en menor cuantía al señor Gaviria del Polo y ahora fueron a dar con Usted. A la larga no alcanzan para ganar ninguna elección. ¿No me cree? A ver, Pastrana Vs. Samper: Pastrana adoptó el tono moralizante y perdió. Carlos Lleras de la Fuente: uno de los que ha usado la palabra decente en sus precandidaturas presidenciales y también ha perdido. Carlos Gaviria Vs. Gustavo Petro: otro que usó la palabra decente y perdió. Por alguna razón, la moralina en las campañas políticas como tema central rechinan en los oídos de la mayoría de los votantes. Así que olvídese de los mantras estilo: "no todo vale".
Esos más tres millones de votos, a menos que se conviertan en carnés de afiliación al Partido Verde, se los llevará la próxima moda de la "pureza electoral."

Bonus track: para que no queden ideas de lo que representan esos tres millones de votos mal encausados, prefiero cerrar con otra cita más de Mauricio Vargas:
Pero, cuidado. Ni los errores de Mockus ni el fanatismo de algunos de sus seguidores deben llevarnos a desoír el mensaje que los tres millones de votos verdes le transmitieron al país: que hay una franja grande de colombianos que, jarta de la corrupción, de la politiquería que saquea las finanzas públicas y de las mafias, está dispuesta a lanzarse al vacío con un candidato virtuoso pero lleno de falencias. Y Juan Manuel Santos, el casi seguro próximo Presidente de la República, es el primero que debe tomar nota. De lo contrario, una noche de elecciones en el futuro, alguna ola menos cándida que la verde celebrará una misa tan fanática como la de los mockusianos, pero victoriosa.


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