Modernización en la política colombiana? Sí, claro que sí. Aunque Usted no lo crea.


A diez días de transcurrida la primera vuelta de la elección presidencial, y a diez días de que se efectúe la segunda vuelta, estoy en el justo medio, al menos cronológicamente. Ideológicamente puede ser otra cosa, pero todos esperamos eso, ¿o no? He presenciado los diferentes grados de insatisfacción que permean a los partidarios de Antanas Mockus y Sergio Fajardo por el resultado de las elecciones el 30 de Mayo. Las dos excusas más socorridas para justificar la debacle son que “las maquinarias del gobierno triunfaron” y que “el electorado es inmaduro/ignorante/manipulado”.

Los estadinenses dicen que los pretextos y las excusas son como los traseros: todo el mundo tiene uno.

No creo que los verdes lamenten que yo discrepe de ellos, pero siguen a la pesca de votos (no más ayer recibí un sesudo análisis exhortándome a votar por ellos – y ya van tres con éste ultimo –), lo cual me obliga a reciprocar las atenciones recibidas. Discrepo y se los digo: los cuentos de las maquinarias y del electorado inmaduro/ignorante/manipulado son puros pataleos de ahogado (lloriqueos). Es una tontería enemistarse con el electorado insultándolo. Y nada mejor que un caso de la vida real para refutar a los escépticos: las elecciones de gobernador y alcalde en la Gobernación del Atlántico y la Alcaldía de Barranquilla en 2007.

Para recordar cual era la situación exacta, les cuento que el ex senador José Name Terán quería concluir con broche de oro su carrera política haciéndose elegir para la gobernación del Atlántico. Para asegurar su triunfo, además de su consabida maquinaria, hizo un pacto que parecía una alianza invencible: se alió con sus eternos rivales, los Char, quienes a través del ingeniero Álex aspiraban a la alcaldía. Cualquiera que no fuera uno de los dos parecía irremediablemente condenado a fracasar.

Sin embargo Eduardo Verano, aunque candidato del diezmado Partido Liberal, era considerado como el fenómeno de opinión. No se amilanó, dio la pelea, y hasta soterradamente se usó la consigna de “recibirle la plata a uno y votar libremente por el otro”. El día de las elecciones Verano y Char les dieron una soberana paliza a sus rivales, con comodísimos márgenes de ventaja. Con amargura, José Name perdió su última elección. Si el llamado “voto de opinión” triunfó a este nivel en Barranquilla, el Atlántico y en sectores de la Costa Atlántica (con la reputación política que ésta tiene), no veo por qué la experiencia no podía repetirse a nivel nacional.

Aquí es donde entraban a jugar los verdes. La prensa ayuda y aquí hace unas presiones terribles; pudimos ver en esta ocasión como las encuestas realmente moldean a la opinión pública (los encuestadores han tratado de parapetar las cosas, pero la gente no olvidará lo sucedido), y lamentablemente han fetichizado las redes sociales, que sin duda alguna utilidad tendrán en el futuro. Creo que fue este el último factor el que les hizo más daño, creyendo que una cibercampaña les eximía de no embarrarla y de no someterse a las leyes de la política.

En cierta forma el fenómeno que se dio en llamar “ola verde” no es muy diferente del fenómeno que representó el auge y caída de las punto-com, que en un (ahora identificable) típico arrebato de soberbia y desprecio creyeron sus dirigentes que estaban por encima de las leyes del mercado, la economía y el marketing. No por nada eran la “nueva economía”.

No es tan despectivo identificar al político como un producto, y para que un producto triunfe, necesita de un marketing triunfador. Los verdes se encontraron inadvertidamente con una fórmula ganadora y la dilapidaron. Es entonces la hora de borrar lo anotado en el pizarrón y empezar de cero otra vez.

Además de marketing de candidatos, hay que empezar a estudiar seriamente si acaso el llamado “efecto Bradley” no tendrá su equivalente en las llamadas redes sociales. Y es que las redes sociales hasta ahora han demostrado ser sólo redes virtuales. Para que su poder sea real, éstas deben parecerse más a una red real, como el Tea Party en Estados Unidos. Esta red, sin estar matriculada con partido alguno, ya está teniendo injerencia y éxito en las campañas electorales de Estados Unidos. Pero primero tuvieron que salir a las calles.

Sí, señoras y señoras verdes y demás lectores: Aunque Ustedes no lo crean hay modernización en la política colombiana. Sólo que ni nos hemos dado cuenta, y nos hace falta más todavía.

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