Revista Cambio: Amor al dinero o amor a la verdad

Imagínese la siguiente situación: una empresa no está dando resultados, los balances arrojan saldo en rojo mes a mes y al gerente general no se le ocurre nada más para arreglar la situación. Con el fin de rescatar la empresa, la junta directiva decide cambiar el objeto social de la empresa, y sin mayores traumatismos manda a sus respectivas casas, con su cheque debajo del brazo, al gerente ineficiente y algunos trabajadores que tampoco dieron la talla.

Una situación incómoda y triste sin duda. Pero cuando se trata de una revista especializada en la investigación y la denuncia, al parecer tiene que haber gato encerrado. Por lo menos eso aducen Héctor Abad Faciolince, María Jimena Duzán, Antonio Caballero, y siguen firmas, ya sean de solidaridad plana y llana, o de suspicacia

De nada valen los comunicados ni las declaraciones. Los poderosos al parecer lograron acorralar a un puñado de valerosos e intrépidos periodistas que denunciaban la podredumbre y la corrupción. Una versión muy romántica, y sin duda es posible que sea totalmente cierta. Lo que no tolero es el tono lastimero y predecible con el que los periodistas se rasgan las vestiduras, se victimizan como sólo saben hacerlo los periodistas, y señalan con dedos acusadores de periodistas justicieros al gobierno y a la Casa Editorial El Tiempo. Uno de los puntos interesantes y obviados de todo esto es que hay mucha solidaridad y amor para los periodistas de Cambio, pero no mucho para los periodistas del periódico Hoy; ése que si va a desaparecer. Debe ser porque no son periodistas – periodistas, ya que para ganarse la vida los cafres infelices se dedicaban al sensacionalismo amarillista y bien grasa.

Ya está dicho, puro lirismo y romanticismo desbordado es lo que ha habido en este caso. Una cosa habría sido que el gobierno hubiera censurado o clausurado un canal de televisión, al fin y al cabo montar una infraestructura así es mucho más complicado que montar una revista. Incluso, montar una emisora de radio es más complejo. Que yo sepa, nadie tiene que caerle bien al gobierno y pedir permiso para crear publicar un periódico o una revista y embadurnarla con todas las tonterías que se le ocurran. Un canal de televisión y una emisora sí.

Pero no sé por cuanto tiempo esto permanecerá así. Es decir, si yo tuviera tiempo y ganas, yo podría tener mi propia emisora de radio, y mi noticiero, todo por Internet. ¿Si tienen tanto amor por la denuncia y la verdad, por qué no lo hacen así? Ah, ya entiendo. Lo de la paga. Pero en ése sentido no sólo Indymedia (tan sesgados como cualquiera), si no que yo (tan sesgado como cualquiera) también puedo darles ejemplo: Yo blogueo de gratis. Así es, no me he ganado ni un centavo con esto. Nunca. Y pensaba que estos periodistas eran tan románticos… tienen tanto amor al dinero como lo puede tener la Casa Editorial El Tiempo, como lo puedes tener tú, como lo puedo tener yo.

Ya no sólo es el papel el que aguanta todo, sino también la Web.

Esos periodistas… les recomiendo la lectura de una nueva revista: El Despecho.

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