Reforma a la Justicia para el Presidente desdeñoso y condescendiente

Soy tan astuto...
La escandalosa reforma constitucional al poder judicial es quizá la prueba definitiva de la ambición superficial del presidente Juan Manuel Santos: quiere pasar a la historia con la aprobación del leyes y reformas rimbombantes, hasta necesarias; pero jamás hará el esfuerzo extra y necesario para lograr que esas leyes y reformas sean aplicadas en verdad y evitar que las bellezas que promulgan se queden en el papel.

La portada que con regularidad le dedica su pariente Alejandro Santos Rubino en la revista Semana muestra a un político muy pagado de sí mismo por lo que hace. Pero los resultados catastróficos de su indolencia lo que reflejan es desdén innato. 

* ¿Alguien sabe acaso cómo quedaron los daminificados no de uno, sino de tres inviernos consecutivos
* ¿Acaso alguien estará convencido de que efectivamente se reparará a las vícitmas del conflicto armado y se restituirán sus tierras despojadas?
* ¿Acaso alguien que no sea columnista de prensa o que no pertenezca al perenne colectivo de la negociación a ultranza está seguro de que las farc ahora sí van a negociar la paz?

Este cuento del presidente hábil jugador de póquer esconde al político oportunista y superficial que no está encima de los problemas, y que permitió que poco a poco una necesaria reforma a los privilegios desbordados, a la vagabundería y la picardía y corrupción del poder judicial se convirtiera en una contrarreforma de injusticia, corrpución e impunidad que terminó cobijando incluso a los siempre agalludos congresistas, que nuevamente desean hacer de las suyas.

Este es nuestro "gran estadista", a quien solo le interesan dos cosas: ser secretario de la ONU, o según el Plan B, ser reelegido.
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