Serie Ídolos de Barro II: El Dalai Lamamerto y el justo medio

El Dalai Lamamerto y el justo medio

Pocas figuras inspiran tanto respeto, consideración y cariño en el Hemisferio Occidental como el Dalai Lama. Sin necesidad de haber visto “Siete Años en el Tíbet”, todos sabemos que los chinos comunistas son los malos de la película, y el Dalai Lama es un ser iluminado y bondadoso, sin ningún tipo de poder terrenal y que empero lucha contra un Leviatán soberbio y despiadado, que invadió injustamente el país que él gobernaba y del cual tuvo que exilarse.

La libertad no es gratis, suelen decir por ahí. Y no sé si esta lucha por un Tíbet libre en cierta forma entraría en contradicción con los principios budistas. No me estoy burlando en lo más mínimo: el ciclo de renacimientos debe ser parado acabando con el sufrimiento, y el sufrimiento termina cuando se suprimen los deseos. Y es el deseo de un Tíbet libre el que sin duda le causa sufrimientos a Tenzin Gyatso, nacido Lhamo Dondrub, para la muestra un botón (por cortesía del gobierno actual de Estados Unidos):

1. Los chinos comunistas han dejado muy en claro su arrogante irritación a cualquier líder occidental que se atreva a recibir al Dalai Lama. Ni Angela Merkel ni Barack Obama (que por cierto se inclina inútilmente ante Hu Jintao cuando le visita, poniendo en práctica una costumbre budista que ni él mismo entiende, ni los chi-coms respetan) se han podido escapar de esto.

2. Obama recibió casi a escondidas al Dalai Lama el 23 de Febrero de 2011 y lo hizo salir de la Casa Blanca por una puerta lateral llena de bolsas de basura. El gesto quedó para la posteridad.

3. Richard Gere, primer metrosexual de la era posmoderna, vocero del budismo en Occidente y activista por un Tíbet libre, aprobó tácitamente la conducta de su presidente para con Gyatso/Dondrub, declarándolo un gran presidente.

4. "Hicimos notar que si bien reconocemos que el Tíbet es parte de la República Popular de China, Estados Unidos apoya la pronta reanudación del diálogo entre los representantes del Dalai Lama y Beijing”, dijo Obama después de su reunión con su homólogo chino, Hu Jintao. Es decir, que ya el 18 de Noviembre del 2009 había vendido el gran presidente estadounidense cualquier posiblidad de un Tíbet libre. ¿A que fue entonces el Dalai Lama el 23 de Febrero del siguiente año?

Sufrimiento en camionadas. Insisto, no me estoy burlando, y no hay soluciones fáciles: ¿Será que el principio budista del justo medio consiste en recurrir una y otra vez a las instancias internacionales sin ningún tipo de éxito? ¿El extremo de la autonegación sería una pelea frontal y armada sin ninguna posibilidad de ser ganada? ¿El extremo de la autoindulgencia sería arrojarse de una vez a los brazos de los chi-coms para ser reeducado y terminar como lo hizo Pu Yi, el último emperador chino?

En la primera semana de Junio de este año Gyatso/Dondrub dijo ante una audiencia de 150 estudiantes chinos de la Universidad de Minnesota: “en la medida de lo socio-político y cuando se trata de creencias, me considero un Marxista.” “Pero no es un leninista”, aclaró el Dalai.

Bueno, ésa si que es una distinción sin una diferencia. Pero para quienes vayan a alegar que una cosa es el marxismo y otra el leninismo, me permito recordarles la memorable sentencia de Marx: “la religión es el opio del pueblo”. El gran profeta del comunismo nunca hizo distinciones entre religiones teístas y no teístas. Así que Su Santidad Dalai Lama, ante los ojos del gran visionario del socialismo científico Usted no es más que un mercader de opio, o un dealer para decirlo en términos coloquiales.

Y para los que pudieran apuntar a que las visiones ideales de las grandes religiones siempre apuntan a una sociedad comunista, tal como aparece en los primeros capítulos de Hechos de los Apóstoles y las enseñanzas de Juan Bautista, un pequeño ejemplo que el mismo Marx no incluyó en sus enjundiosos estudios: la Plantación Plymouth de los peregrinos que llegaron en 1620 a lo que después serían los Estados Unidos, se había organizado como una sociedad comunista. Cuando en 1623 nuevamente se asomaba el fantasma de la hambruna, finalmente le asignaron a cada familia una parcela propia para usufructuar y acto seguido, la colonia empezó a prosperar (y desaparecieron como por arte de magia las discapacidades de muchos de los colonos).

Bien lo dijo Jesús: “Mi Reino no es de este mundo”

Lo que me lleva a mi siguiente punto: ¿Alguien se ha puesto acaso a pensar que tipo de gobierno existiría en un Tíbet libre? Porque lo que existía hasta la llegada de los chi-coms era una mezcla entre monarquía absoluta y teocracia. Si Italia desconociera unilateralmente el Tratado de Letrán, ¿movería la civilización occidental un dedo para restaurar el Estado Vaticano? ¿Estarían dispuestos presionar por la restauración de las monarquías en Europa Oriental? ¿Al Zar en Rusia?

En ese orden de ideas vuelvo y pregunto: ¿Si el Dalai Lama es un marxista, no sería mejor arrojarse de una buena vez a los brazos de los chi-coms para ser reeducado y terminar como lo hizo Pu Yi, el último emperador chino?


Seguramente le ahorraría algún sufrimiento a los tibetanos.



(Próxima entrega El Chao Guevara y CaCarlos Marx)

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