La Economía de la era de Obama en cinco párrafos
Cualquiera que recuerde vagamente la era de Jimmy Carter sentirá esa sensación de deja vu, excepto que China (si el resto de su economía no es como el fiasco de su red de trenes) está a menos de tres años de convertirse en la primera potencia mundial y que Irán (a menos que Struxnet haga otro milagrito) está a menos de ocho semanas de convertirse en potencia nuclear.
La economía estadounidense está estancada por la incertidumbre que produce la "reglamentitis" de la administración Obama, aun más después la borrachera que produjo una burbuja inmobiliaria financiada a punta de bonos del tesoro comprados con el superávit comercial de China con USA. Las casas vendidas terminaron al final en manos de mucha gente que no podía pagarlas desde el principio, pero a la voz de "discriminación", organizaciones de derechos civiles presionaron para que los inmuebles fueran a parar incluso a desempleados. La titulación de las deudas inmobiliarias permitió a su vez un peligroso juego de pasarse la papa caliente hasta que por fin estalló la crisis bancaria en las postrimerías de la administración Bush. El derrumbe de la pirámide Maddoff y la quiebra virtual de GM y Chrysler, que no podían sostener más el sobrecosto de US$ 3.000 por unidad vendida que se fuera en gabelas sindicales, fue la espectacular cereza sobre el pastel.
Keynes y el socialismo de Europa Occidental nunca se vieron más atractivos. Sobre esta base doctrinal fue que pasó la nacionalización de GM y Chrysler, la ley de estímulo de un billón de dólares y la ley de seguridad social (en la que el plan original era que el gobierno federal creara un gigantesco Instituto de Seguros Sociales en Estados Unidos). Todo esto se ha financiado con emisiones de dinero. Y mientras más se emite, menos valor tiene.
La incertidumbre no cedió y el desempleo aumentó. No hace mucho la reserva federal empezó a recomprar sus bonos emitiendo más dinero confetti y a la maniobra le puso el bonito nombre de QE2. En esta situación, ya perfecta para un desastre monumental (peor que la gran depresión) por el déficit fiscal y la deuda pública, ambas insostenibles, es perfectamente entendible el surgimiento del movimiento Taxed Enough Already, o TEA Party. La gran prensa de estirpe liberal (liberal en el sentido estadounidense) ha querido pintar a esta organización descentralizada como racista, pero sin evidencias (Si las tuvieran...).
Las organizaciones que contrabandean inmigrantes ilegales son del calibre de los temibles "Zetas", lo que en mi libro califica como un asunto de seguridad. Una avalancha de colombianos como mano de obra no calificada llegó a Venezuela en los tiempos de la "Venezuela Saudita". Fueron casi siempre mal mirados por todos los estratos de la sociedad venezolana.
Sólo estando Hugo Chávez en el poder, tuvo éste suficiente margen de maniobra para preocuparse de legalizar su situación, contando así con un formidable bloque de votos cautivos.
La economía estadounidense está estancada por la incertidumbre que produce la "reglamentitis" de la administración Obama, aun más después la borrachera que produjo una burbuja inmobiliaria financiada a punta de bonos del tesoro comprados con el superávit comercial de China con USA. Las casas vendidas terminaron al final en manos de mucha gente que no podía pagarlas desde el principio, pero a la voz de "discriminación", organizaciones de derechos civiles presionaron para que los inmuebles fueran a parar incluso a desempleados. La titulación de las deudas inmobiliarias permitió a su vez un peligroso juego de pasarse la papa caliente hasta que por fin estalló la crisis bancaria en las postrimerías de la administración Bush. El derrumbe de la pirámide Maddoff y la quiebra virtual de GM y Chrysler, que no podían sostener más el sobrecosto de US$ 3.000 por unidad vendida que se fuera en gabelas sindicales, fue la espectacular cereza sobre el pastel.
Keynes y el socialismo de Europa Occidental nunca se vieron más atractivos. Sobre esta base doctrinal fue que pasó la nacionalización de GM y Chrysler, la ley de estímulo de un billón de dólares y la ley de seguridad social (en la que el plan original era que el gobierno federal creara un gigantesco Instituto de Seguros Sociales en Estados Unidos). Todo esto se ha financiado con emisiones de dinero. Y mientras más se emite, menos valor tiene.
La incertidumbre no cedió y el desempleo aumentó. No hace mucho la reserva federal empezó a recomprar sus bonos emitiendo más dinero confetti y a la maniobra le puso el bonito nombre de QE2. En esta situación, ya perfecta para un desastre monumental (peor que la gran depresión) por el déficit fiscal y la deuda pública, ambas insostenibles, es perfectamente entendible el surgimiento del movimiento Taxed Enough Already, o TEA Party. La gran prensa de estirpe liberal (liberal en el sentido estadounidense) ha querido pintar a esta organización descentralizada como racista, pero sin evidencias (Si las tuvieran...).
Las organizaciones que contrabandean inmigrantes ilegales son del calibre de los temibles "Zetas", lo que en mi libro califica como un asunto de seguridad. Una avalancha de colombianos como mano de obra no calificada llegó a Venezuela en los tiempos de la "Venezuela Saudita". Fueron casi siempre mal mirados por todos los estratos de la sociedad venezolana.
Sólo estando Hugo Chávez en el poder, tuvo éste suficiente margen de maniobra para preocuparse de legalizar su situación, contando así con un formidable bloque de votos cautivos.
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