Lo que me revienta de este proceso de paz (un post impublicable)

Por el Agente P

Lo que me revienta de este proceso de paz  es la nauseabunda sensación de que los colombianos estamos siendo completa y burlonamente manipulados para satisfacer la egolatría y la vanidad de unos pocos. El preclaro e insigne heredero de LA dinastía política del país va a negociar exitosamente con los increíblemente antiguos (y arcaicos) grupos guerrilleros LA PAZ. La ya inocultable ambición del preclaro e insigne heredero es la de que su nombre quede grabado en la historia del país en letras de molde gigante, tarea completamente allanada luego de que su antecesor se encargara literalmente del trabajo más sucio, sin que supiera en lo más mínimo (aunque pretendiera saberlo) para qué clase de gente trabajaba. El antecesor pretendía tenerlos controlados a través de su vicesubordinado, cuando era completamente al revés: a través de su vicesubordinado lo tenían muy bien controlado a él. Ahora el antecesor, ve cómo muy a su pesar su proyecto se le escapa de las manos, pues tuvo que designar sucesor a quien no quería, y ve también cómo le han dado la espalda, porque aun no se da cuenta que está experimentando lo que los estadounidenses llaman “la muerte por un millar de cortes”, es decir, gota a gota y por ataques provenientes de todos los lados. Al fin y al cabo, sobrevivió a su utilidad y así le paga ya sabemos quién a quien bien le sirve.

El preclaro e insigne heredero de LA dinastía política del país lo tiene todo a su favor, lo tiene todo bajo control. Donde otros antecesores fracasaron (al fin y al cabo provenientes de estirpes de inferior linaje), él triunfará. Para ello cuenta con no poca ayuda: su propio hermano del alma, llamado en una época el “guerrillero del Chicó”, de quien nadie recuerda ya con qué ardor defendió la causa (al extremo de justificar las atrocidades de un Pol Pot y de un Kim Il Sung) porque ya no quedan registros de aquellas apologías (sólo las memorias de quienes aún recuerdan), pero sí muy convenientemente permanecen los entrañables contactos de un pasado ya completamente sublimado y romantizado. También su estirpe predestinada controla (como siempre) la opinión pública, a través de la PRIMERA REVISTA DE OPINION DE LA NACION, propiedad de otra gran estirpe amiga,  pero manejada por otro miembro de la familia, casualmente el hijo del “guerrillero del Chicó”. No importa en lo más mínimo que ya no mantengan la propiedad nominal del diario con el cual LA dinastía aupó y defendió con abyecta y calculada diligencia indignidades tales como la de presidentes untados de torturas, latrocinios y narcotráfico (el que entendió, entendió), y todo porque había que “rodear y defender las instituciones democráticas”. No importa en lo más mínimo, porque el ahora conglomerado económico de las telecomunicaciones sigue tan dispuesto como siempre a aupar y defender indignidades; como testiga de cargo está la recientemente exaltadísima memoria del presidente que a mitad del siglo XX cohonestó (si no ordenó) el incendio de ese mismo diario, paradójicamente para “combatir” a la insurgencia de aquella época, la llamada “chusma liberal”.

Con semejantes auspicios, cualquier fracaso en las negociaciones de LA PAZ será transformado por arte de birlibirloque en éxito, y cualquier éxito será magnificado para acallar cómoda y expeditamente cualquier contradicción o disenso.

Incluso la continuidad del proceso está garantizada, pues el miembro de otra distinguida estirpe está en proceso de preparación para suceder al preclaro e insigne heredero; a punta de bienintencionados programas sociales (que en otra época ellos mismos no hubieran vacilado en tildar de asistencialistas y demagógicos), están cebando su popularidad para una eventual campaña presidencial. Así el pichón de sucesor cobra exitosamente su silencio en algunas trapisondas del preclaro e insigne heredero y el hecho de haber cedido dócilmente su puesto en la fila india presidencial.

Bueno, y es que deberíamos estar tranquilos, porque si hay algo en lo que tiene experiencia el preclaro e insigne heredero, el ungido de la dinastía, es en procesos de paz. Si no que lo diga un antecesor suyo, a quien en el punto más álgido de su desgraciada presidencia infiltrada por el dinero del narcotráfico, el ungido no vaciló en negociar él mismo con los paramilitares y la guerrilla con el fin de derrocarlo. En aquel aciago momento dejó para la posteridad la sentencia augusta y lapidaria de que”LA PAZ estaba de un cacho”.
En fin, esto es sin duda lo que debe sentir el ganado cuando lo están arreando en la finca.

Esto debe ser también lo que en los procesos de paz llaman “tragar sapos”.
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