Esperando a que el estado lo solucione todo cuando la libertad de elegir podría ayudar

Así es el servicio al cliente en Comcel...
Doña Lola, me gustó su columna de hoy. El estado no genera riqueza: la despilfarra. No fue el sector público el que creó, entre otras cosas, anteojos de veinte mil pesos y que los celulares bajaran de más de un millón a cuarenta mil pesos. Pero el estado, con exceso de regulación o con regulaciones quirúrgicamente diseñadas para favorecer a unos pocos, si logra coartar la libre competencia y por ende la libertad de elegir, que es lo que mantiene la calidad y precios bajos que favorecen al público.



Es imposible que Comcel y Saludcoop brinden un buen servicio a sus clientes y que ofrezcan ventajas reales a éstos. La posición dominante que ocupan en el mercado (oligopólica, diría yo) les hace innecesario el tener que dar un buen servicio, igual van a ganar, y en grande. Pueden hacer lo que se les pegue en gana y se ríen en caso de que el estado los multe, como en el caso de Salucoop EPS: pueden comprar toda la influencia política que quieran, como sucedió con la última reforma a la salud, en la que se desmontó en el último minuto la prohibición de integración vertical a las EPS que había impulsado Simón Gaviria.

Así le hace conejo Comcel a sus usuarios...
Si hubiera competencia de verdad, y nada parecido al cuento de Blanca Nieves y los siete enanitos, con toda seguridad a Comcel y Movistar se les bajarían los humos, capacitarían a su fuerza de ventas y servicio al cliente, las ofertas que ofrecieran tendrían muchísimo menos asteriscos y el usuario sentiría que ganara. A quien sigue esperando que el estado le siga resolviendo todo, le recordaría que la desidia de los políticos permite que la nómina de docentes y la administrativa se coman el 80% y más del presupuesto de las universidades públicas. Apenas la libertad de elegir a través de la competencia asoma su nariz a travéz del proyecto de Ley 30, ésta es rápidamente apabullada por el statu quo, que no gusta de recordar como fue que se acabaron Carbocol y Colpuertos.



Si dudan de la indiferencia que el estado como tal puede sentir por sus gobernados, consideremos esto: el estado se apropió indebidamente de los aportes de pensión del Seguro Social original, con la vaga promesa de que como era el estado, la devolución de la plata estaba más que segura. En tiempos de la presidencia de Ernesto Samper, alguien se dio cuenta que devolver esta plata a los colombianos, con intereses y todo, era poco menos que imposible. Para "honrar su compromiso", se le dio al Seguro Social un banco estatal bastante maltrecho como pago. ¿Alguno recuerda acaso al Banco Central Hipotecario?



En Chile en alguna época había diez operadores de telefonía celular compitiendo al mismo tiempo. Con diez competidores no hay espacio para oligopolios, y la regulación e intervención del estado chileno era mínima. El valor de las llamadas era baratísimo. Ahí si había libertad de elegir.





A pesar de que la señal no es la octava maravilla, yo prefiero a Tigo en prepago.
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