Verdad, Justicia y Reparación: El pueblo colombiano no está listo (ni lo estará nunca)

La verdad está ahí afuera...
Por el Agente P

En el fútbol colombiano, solo detesto más a América de lo que puedo detestar a Millonarios. Dicho esto, me sorprendió gratamente una iniciativa nacida de las directivas del club bogotano, que estaría interesada en devolver los dos últimos títulos que ganó en 1987 y 1988, por “haberlos conseguido con dinero del narcotráfico.”

Por supuesto que los jugadores y el director técnico de la época de marras pusieron el grito en el cielo: ellos ganaron los títulos en la cancha, no importa si el capo del Cartel de Medellín Gonzalo Rodríguez Gacha controlaba el club, al cabo él no jugaba los partidos. La prensa que suele ver cada octubre al misterioso “hombre del maletín” que arregla partidos en las sombras, sorprendentemente exige pruebas concretas esta vez, o que se entierre el tema ipso facto.

Y la hinchada del “mejor equipo del mundo”, por supuesto que no quiere que le quiten la supremacía en títulos, así esa supremacía esté basada en una asquerosa mentira.

Y esto sería apenas el primer paso. Todo el mundo sabe (aunque no pueda probarlo) que Nacional y América también formaban parte de los activos de los carteles de la droga. Sus actuales directivos también tendrían que hacer su examen de conciencia y devolver sus títulos malhabidos.

Sería lo más maravilloso que podría suceder en Colombia: entidades y personas reconociendo por primera vez en la historia de este país el haber hecho trampa para ganar algo que no se merecían y devolviendo honores que no les pertenecen.

Se originaría una reacción en cadena obligaría a ex presidentes a reconocer que su presidencia fue ganada en forma espúrea, o que por el solo capricho de sus padres ex presidentes se convirtieron en delfines para gobernar en forma mediocre y llevar al país a la postración. Tarde o temprano, los políticos depredadores del erario, los empresarios, agroindustriales y ganaderos tendrían que reconocer la plata que han pagado y recibido en coimas y sobornos para beneficiarse mutuamente, perjudicando como siempre al pueblo colombiano. Quizá hasta podrían sentir vergüenza por primera vez en sus vidas adultas.

Y finalmente, fuerzas armadas, guerrilleros y paramilitares contarían por fin la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad: a quienes asesinaron, torturaron y desaparecieron, a dónde fueron a parar las víctimas y por órdenes de quienes actuaron.

La delincuencia común, organizada y desorganizada quedaría así por fin aislada, no podrían camuflarse entre la maraña de mentiras que hasta ahora cubren la vida nacional.

El país podría tener por fin un nuevo comienzo, gracias a la verdad. Luego vendría justicia y la reparación, con o sin negociaciones de paz. Contar la verdad sería de una vez parte de la paz, de la justicia y la reparación.

Pero eso no va a pasar.

Tendrían entonces que hacerle una estatua a Felipe Gaitán Tovar, el presidente de Millonarios. Aunque deteste a ese equipo.
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