Un resplandor arhuaco en la Sierra Nevada, la tierra del olvido

Uno de los clásicos del cine de terror es sin duda "El Resplandor", o "The Shining". Basado en una novela de Stephen King, fue llevado a la pantalla grande por nadie menos que Stanley Kubrick, el autor de gemas de la cinematografía mundial tales como "Lolita", "Full Metal Jacket", "2001: A Space Odyssey" y esa que es la autobiográfica de Dr. sipmac (el fundador del blog que me derrocó recientemente a pesar de haber tenido una severa crisis de nervios que lo puso fuera de combate).

En fin, es de conocimiento público que Stephen King no quedó muy contento con el tratamiento que Kubrick le dio a su novela. Cualquier despistado como nuestro venerable April Camus pensaría que lo que sacó de casillas a King sería la muerte de Dick Halloran, pero no. Otro tipo de despistado como Dr. sipmac, e incluso Paul Maršić pensarían que la molestia del prolífico escritor estaría en que el presunto autor del film del "apócrifo alunizaje de 1969" no se enfocó en la tragedia del escritor borracho y frustrado incapaz de terminar una OBRA insignficante (pero que lo carcomía), rebajando el cataclísmico tormento de Jack Torrance a un miserable (y en cierta forma trivial) delirio esquizofrénico (All work and no play makes Jack a dull boy).

Bueno, para mí no es así. Cualquiera que lea el excelente ensayo de la "Witty Wikipedia", Craked.com, se dará cuenta que el laureado director llevó una trepidante novela de terror a un nuevo nivel: convirtió una historia de terror y demencia sobre una entidad sobrenatural que hacía del Hotel Overlook un vampiro que se cebaba en sus habitantes, en una alegoría sobre el despojo que representó la colonización europea de Estados Unidos y de la conquista del continente americano por parte de los europeos en general.

Cualquiera que vea la película, se fije en el vestuario y los fotogramas se convencerá de que eso es así y sin atenuantes. Jack Nicholson es el hombre blanco que llegó a despojar a los nativos americanos en una edificación convenientemente levantada sobre un cementerio indígena, tal como la civilización americana se levantó virtualmente aquí.

Lo que nos lleva a nuestro atropello-despojo del año 2011: para bien o para mal los raizales de San Andrés tienen que convivir con cartageneros y antioqueños (al fin y al cabo son colombianos), incluso con inmigrantes árabes (como sucedió en la costa atlántica colombiana); igual la Sierra Nevada de Santa Marta que fue territorio arhuaco se encontró también con la colonización de quienes somos puñal y herida. No es que Carlos Vives haya escurrido el bulto, es que la Sierra Nevada en buena parte no es de los arhuacos, es propiedad privada, en eso tiene razón.

En lo que las comunidades virtuales (redes sociales) tienen toda la razón es que no se puede permitir que se edifique un hotel de super lujo en la Sierra Nevada. A los samarios no les faltaba razón en llamar "cagaplayas" a quienes invadían El Rodadero y las playas de la Sierra para dejar un reguero de hojas de bijao y ni un centavo a sus disgustados anfitriones. Pero así se erija un hotel de siete estrellas, sus visitantes, por muy ilustres y multimillonarios que fuesen, no dejarían de ser unos "cagaplayas" también. Bien pueden seguir asoleándose desnudos y fumando marihuana en la Costa Azul o en Copacabana.

Es hora de que quienes somos puñal y herida dejemos tranquilos y en paz a quienes son sólo herida por una vez y respetemos su tierra, su herencia, su querencia, la que todavía es de ellos. No tenemos ningún derecho a seguir importunándolos.
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