El Barón de Münchhausen o el ADN del humor actual

Si se le puede creer a la Wikipedia, Karl Friedrich Hieronymus no estaba muy a gusto con la reputación de embustero que se consiguió con la publicación de sus desopilantes "aventuras." Se dice también que muchas de sus "vivencias" llevaban ya algún tiempo circulando como folclor. Lo innegable es que el Barón de Münchhausen era un cuentista en todos los sentidos de la acepción castiza.

Han sido tantas las versiones y adaptaciones de las "historias" del Barón, que estoy seguro ahora estaría a gusto con la reputación con la que pasó a la historia. Es innegable que el personaje tenía algún atractivo en vida, y de acuerdo a la versión de Rudolf E. Raspe puede ser fácilmente corroborado.

Por su probada capacidad y gracia para contar sartas interminables de embustes, no es difícil imaginarse al Barón haciendo un stand up comedy en Nueva York, o usurpando el título de rey del "realismo mágico" a Gabriel García Márquez. Leyéndolo, aprendemos que la "mamadera de gallo" no es parte exclusiva de la idiosincracia colombiana, sino de la naturaleza humana.

Reconforta saber entonces que la humanidad no ha cambiado un ápice y que su ADN humorístico sigue intacto.

De todas las cosas que se afirman, un par puede ser completamente ciertas: la primera, que la innata arrogancia de la entonces emergente corriente racionalista e ilustrada le producía sin lugar a dudas cierta hilaridad al Barón. La segunda, que no le gustaba Italia. (ni los italianos de la época) Y como bonus track, que no veía con malos ojos la Reforma ni lo que proponía.


Unos dicen "Más Platón y menos Prozac"; yo diría "más Münchhausen y menos Popper"
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