Cosas que no se dicen

No es ningún misterio el hecho de quien controla la narrativa, controla a su vez los términos del debate y el debate mismo. Es por esto que no se dice:

Fecode mientras invita a que los colombianos defiendan la educación “administrada directamente por el estado”, porque la educación es “un derecho y no una mercancía”, obtiene así con suma facilidad dos cosas: que la calidad de la educación pública siga sin dolientes no tenga absolutamente ninguna posiblidad de mejorar y que los docentes que no trabajan para el estado sino para los millones de contribuyentes que los sostienen, puedan esquivar cualquier mecanismo que los obligue a participar en el mejoramiento de la calidad.

Esto no es muy diferente del debate actual en Estados Unidos, donde la respuesta automática de Barack Obama y su partido Demócrata es gastar aun más en educación, no obstante que el país anglosajón ya gasta más en educación por estudiante que cualquier país del primer mundo excepto Suiza.

¿Y los resultados? Gracias por preguntar. Mientras Obama reconoce que los niños surcoreanos tienen una gran ventaja sobre los estadounidenses, no se molesta en mencionar que mientras Estados Unidos invierte en educación primaria y secundaria unos US$ 14.269 por alumno, Corea del Sur invierte US$ 7.325.

No es gastar más sino mejor. Por eso involucrar el concepto de empresa privada para mejorar el resultado educativo no es descabellado sino deseable, si es que se realmente se desea acabar con la actual fábrica de salchichas que es la educación pública, donde entran niños, son molidos por el sistema y salen 12 años después casi que uniformemente mediocres. Conseguir mejores resultados con menores recursos invertidos, los docentes lo aplican en su vida privada y muchas veces para esquivar la carga académica; ¿Por qué no aplicar el concepto a la educación?


El capitalismo desalmado. Cuando escuchamos esta terminología se nos vienen a la mente los llamados grandes “cacaos”, tal como se apodó peyorativamente a los grandes magnates del país (omitiendo como siempre la vocación de cacaos de sus propios dueños). Los que desean un cambio de estructuras en este país los señalan para descalificar a la economía de mercado. Quienes descalifican podrían estar en lo cierto, pero emplean las razones equivocadas. Sin meterme a escribir un libro de 300 páginas, me limitaré a comentarles que vivimos más que en una economía de mercado, en una economía de capitalismo de compinches.

Ah, el ejemplo. Bueno, Avianca. Sí, Avianca. La “aerolínea de los colombianos” durante mucho tiempo mantuvo su saldo en rojo, con un futuro incierto y una carga laboral que la hacía inviable. Un señor brasilero de apellido Efromovich decidió comprar la aerolínea cuando no había compradores serios, y mucho menos que estuvieran interesados. Muchos pensarían en aquella transacción como en la jugarreta del año, en la que por fin la papa caliente cambiaba de dueño.

Ahora el grado de inversión de Avianca es inmejorable. Cuando saca papeles al mercado, tienen muy buena salida, contrastando con la recepción no tan cálida que tuvieron las acciones del Grupo Aval (mas sobre este grupo más tarde). Lo difícil es creer que la empresa tenga tanta confianza en el público inversionista, aun cuando a la aerolínea le toca enfrentar más competencia local e internacional que la que nunca tuvo en toda su historia. Ni la empresa había sido tan rentable y viable, incluso que en la época en que a duras penas se mantenía a flote, a despecho de ser “la línea oficial de Colombia”, de que las tarifas de los tiquetes estuvieran indexadas para subir dos veces al mes y que hubiera una política oficial tácita para ponerle palos en las ruedas a los competidores. En pocas palabras, un negocio que prospera más cuando tiene que enfrentar competencia de verdad que cuando está protegido.

Deja mucho que pensar de la capacidad de hacer negocios de su anterior dueño…


Escándalos a la carta y noticias con una rapidez de vértigo, de tal forma que ya nadie habla de:

• Las fotos de narcos y políticos que aparecieron a finales del cuatrenio Gaviria en el despacho de un funcionario de la Procuraduría de dudosa reputación.
• Que tuvieron que parar la producción de agua embotellada de la primera marca del país en ese entonces porque la calidad del producto dejaba mucho que desear. Tuvieron que modernizar la planta.
• El diferendo limítrofe con Venezuela.
• El proceso penal en Ecuador del presidente Juan Manuel Santos por su accionar como ministro de defensa durante la operación fénix.
• Cultos cuestionadísimos en muchas partes del mundo comprando pauta publicitaria en los canales nacionales abiertos y de cable.
• En qué terminaron los escándalos de los suministros de material de intendencia que cada cierto tiempo afloran en las fuerzas armadas (La Mona que tumbó al ejército, el “Runcho” Hernández, SWIPCO). No se entiende por qué se le dota al soldado raso con suministros de marcas desconocidas.
• El desfalco de Caprecom, el de Cajanal, el de Colpuertos… y todos los que por falta de espacio no se pueden mencionar.
• Si alguien de los que presionó para que la niñita de 11 años fuera la que por vez primera abortara legalmente en el país o de los que querían darle una mano para que no abortara efectivamente se apiadó de ella.
• Secuestrados con más de 12 años de estar pudriéndose en la selva.
• Si alguien va a demandar y/o llevar a Obama a la CPI por su incursión ilegal en Pakistán para asesinar a bin Laden.

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