A Juanes no le gusta la paga, y Shakira no está tan cuerda?

Por Paul Maršić, invitado especial.

Hace apenas un par de días se me dio de pura casualidad por ponerme a escuchar los trabajos discográficos de Juanes en solitario justo hasta “Mi Sangre”. Si Ustedes esperaban que me despachara en contra de nuestro crédito paisa, lo siento, pero no.

Quizá “Fíjate bien” muestra cierto nerviosismo al oficiar de transición para el cantante de una banda que probablemente terminaría de nota al pie en la historia del rock en español a estrella en solitario.
“Un día normal” es el dominio de la situación con un sonido fresco y unos riffs inspirados, la era dorada, por decirlo así. “Mi Sangre” viene a ser la consagración como superestrella y el comienzo de una nueva era, donde los colegas superestrellas se peleaban por figurar con él y el himno arriero de “La Camisa Negra” se convierte en su tarjeta de visita. Bajo la égida del perspicaz y habilidoso Fernán Martínez, Juan Esteban Aristizábal logra lo que en plenos y acomplejados años 80 hubiera sido considerado un imposible (y que tampoco logró Eduardo Paz con Marcelo Cezán en los 90’s): un cantante colombiano estrella en todo el mundo y que vendía discos grabados sólo en español.

Ahora, en el lado descendente de la curva, Juanes desea retirarse “por dos o tres años”, que “está deprimido”, que “quiere pasar más tiempo con su familia” que el disco “P.A.R.C.E.” no fue lo que esperaba y que había zapateado a Fernán Martínez.


Craso error. Y precisamente, los grandes errores en la carrera de Juanes no están en la música o en los álbumes, sino fuera de ellos. Una cosa es querer un break, y otra cometer el mismo error que Enrique Iglesias. Fernán fue quien le vio el potencial de superestrella cuando nadie más lo hacía (Alias “Mala Gente” y “La Paga” lo sabe de primera mano y debe lamentar cada día el haber tomado esa fatídica decisión.) Aunque los conciertos de la frontera fueron un golpe publicitario genial, el de La Habana no lo fue. Así Juanes se desgañitara declarando que en ese concierto no entraba “la maldita política”, en la práctica él se buscó el mismo el problema que repercutió en la recepción del último CD, así no quiera reconocer públicamente su error. Habrá gustado en ciertos círculos periodísticos intelectuales y de artistas colegas (a quienes posiblemente estaba más dispuesto en demostrarles que era uno de ellos); le gustó con toda seguridad a los habaneros, pero no a cierta cantidad de gente que compraba sus discos. Aun es temprano para asegurar si el camino hacia la irrelevancia ya empezó.
Ojalá que no.

De la misma forma a Shakira se le podría achacar el que sus veleidades políticas, cada vez menos sutiles, terminen por arrebatarle la audiencia que tanto trabajo le costó conseguir. Una cosa es estar en Estados Unidos (100 % legal) e irse a Arizona a entrevistarse con inmigrantes ilegales (uno de los grandes negocios de Los Zetas – aparte de las drogas – es el de meterlos a USA) y llorar con/por ellos: eso es estar en el filo de la navaja y abusar de la hospitalidad de una nación que le abrió las puertas de par en par para que triunfara e hiciera una buena cantidad de megadólares; no importan ahí cuántas escuelas esté dispuesta a construir. Y otra cosa es la ingenuidad política total que se le ve devenir a la superestrella mundial al regalarle una guitarra (que no necesita) a Hugo Chávez. Ahí si el gesto es lo que cuenta.


A los dos les deseo lo mejor y que recapaciten.

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