Grandes éxitos del equipo sipmac: Paul Maršić entrevista a George Orwell

Inicialmente publicado en Huellas.co, este es uno de los trabajos favoritos del equipo sipmac, del Dr. sipmac para abajo. Paul Maršić en un gran ejercicio de imaginación, entrevista al gran George Orwell, genial escritor y paladín de la libertad humana. Disfruten:

Entrevista imaginaria a George Orwell- Por Paul Maršić
Por la imposibilidad de realizarle una entrevista al famoso escritor George Orwell, Paul realiza una entrevista imaginada por él, en el que manifiesta sus inquietudes a Orwell, y él mismo las responde, con el pensamiento del escritor.


¿El término “orwelliano” le complace o le disgusta?
Debería complacerme de la misma forma que a Cervantes le debería complacer el término “quijotesco”, pero me temo que es un poco de los dos casos. No me gusta que mi nom de plume sea asociado con la mentira y el sofisma que entraña el proceso político actual, pero me encanta que el término implique cierto aire de denuncia.

En todo caso, no es su único aporte al discurso político moderno…
Claro, está la sentencia de “todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros”, el término “doblepensar”, la “neolengua” y sin duda los eslóganes del Ingsoc son más legado que el que cualquier hombre de letras pudiera desear.

Pero no todo lo que un hombre con genuina sensibilidad quisiera…
Ya lo dije en alguna ocasión: mi obra es un esfuerzo consciente para el avance del socialismo democrático.
Pues en ése caso, Usted triunfó: en toda Europa occidental imperó la socialdemocracia desde la posguerra.
Vamos, que ni Usted mismo se cree eso. El europeo moderno tiene cada vez menos libertad para actuar y decidir, y gracias a la tecnología, menos vida privada. No es muy difícil hacerse a la información completa y total de cualquier ciudadano en estos días.

Pero ante toda acción hay una reacción. Internet, aunque la traten de domesticar, ha representado todo un avance en la difusión de la información, y más importante, de la verdad.
Por supuesto, Wikileaks. A pesar de las notorias imperfecciones de Julian Assange como persona, ha sido un golpe magistral de su parte el que esté revelando como la “neolengua” es la lengua materna de los gobiernos y la diplomacia, y el “doblepensar” su filosofía. Apoyo a Wikileaks al cien por ciento; no hay “agujero de la memoria“ lo suficientemente grande en el Ministerio de la Verdad para desaparecerlo todo.

Fue su trabajo durante la Guerra contra los nazis el que le sirvió de inspiración para lo del Ministerio de la Verdad.
Correcto. Mi trabajo, en cierta forma era el de una niñera, que para sosegar a los británicos en guerra, conocía que algunas informaciones que suministraba eran completamente falsas, pero no podía arriesgarse a bajar la moral de la nación diciendo las cosas tal como eran.

¿Era muy difícil el trabajo en conjunto con los americanos y los soviéticos?
Aunque ellos fueran aliados, los “amis” y los “bolches” no paraban de mirarse con recelo. Y si nosotros nos hubiéramos quitado la venda de los ojos, nos hubiéramos dado cuenta cómo algunos miembros de mi casta (la proveniente de las public schools) estaban traicionando por completo a Inglaterra.

Para ser un socialista es difícil de entender su devoción a una nación…
Pues basta con leer 1984 para entenderlo: homogeneizar la cultura y diluir las nacionalidades no libera más al hombre, lo degrada.

Hay una pregunta que tengo que hacerle entonces: ¿Qué opina del lenguaje “políticamente correcto”?
Que no es de sorprenderse que se haya originado entre los marxistas de la Escuela de Frankfurt. No están mejorando el discurso público: lo envilecen cada vez más. Y lo peor es que no es algo nuevo; en tiempos de la nobleza francesa prerrevolucionaria, existía un lenguaje llamado “galantería”, porque no era posible llamar al pan pan y al vino vino.

Otra más. Quien lee 1984 y ve las motivaciones de la Policía del Pensamiento, no puede dejar de reparar en una sutil crítica de la doctrina cristiana, específicamente de la doctrina católica…
Pues claro, joven Paul. Los romanos, aunque prácticos, civilizados; tenían por norma “no se puede juzgar a una persona por sus pensamientos.” ¿Qué hace un sacerdote vestido de negro sino condenar a sus feligreses por sus pensamientos? ¿Sumergirlos en la culpa? ¿Hacer sus vidas miserables? O’Brien, mi inquisidor en la novela se lo decía claramente a Winston: “para nosotros, no hay diferencia entre los pensamientos, los actos y las palabras.”

También asocia a la Iglesia Católica con una oligarquía jerárquica adoptiva; en palabras de Emmanuel Goldstein, claro está.
También fui claro en eso; una oligarquía se implanta mejor cuando su organización de basa en la adopción y no en la herencia. Puede durar muchísimo más tiempo, porque más que un sistema de privilegios, lo que se traslada es un modo de pensar de los muertos a los vivos.
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