¿Quién dijo que se acabó el genuino sentido del humor?

Siempre podremos contar con su fino humor
Hoy está muy socorrido el uso de la parodia, el sarcasmo y el de la burla cruel para hacer reír al público. Lo que menos se intenta es la ironía fina. Miremos a Lisandro Duque hablando del etnocentrismo castellano (ahora no me sorprende tanto por que el auge de las autonomías): 

Todavía no se sabe qué tratamiento recibirá nuestra forma de saludar —“quiubo”—, que en España no es que la entiendan de a mucho. ¿La subtitularán con su escueto “Hola”? Alguna vez le escuché a Santiago García una anécdota sobre un episodio del que fue testigo, y que evidencia lo dogmáticos que son algunos españoles con su idioma: un padre instruía a su hijo, quien se preparaba a viajar a Inglaterra, sobre lo “raro” que hablaban en ese país: “Oídme chaval, a un inglés no podeis pedirle leche, sino milk, ni pan, sino bread, ni azúcar, sino sugar. Los muy gilipollas le han cambiado el nombre a todo”.
Pero no todo esta perdido en Europa, por cada Berlusconi hay un Umberto Eco, esta vez comentando la demanda por plagio que recibió el autor del Código DaVinci: 
Es verdad que para hincarle el diente a una parte del potosí millonario del libro de Brown uno estaría dispuesto a firmar ante notario que no es hijo del propio padre legítimo sino de alguno de los numerosos marineros que solían visitar a su señora madre, por lo que Baigent y Leigh tienen mi más sincera comprensión.
Como diría el difunto Pepo: ¡Plop! ¡Que viva Umberto Eco (o su traductor)!

Dr. sipmac has ranted.
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