Qué es peor que un hatajo de futbolistas y modelos de Loewe juntos?
El 20 de Marzo no pude resistir mandarles a todos mis conocidos el link de la gaffetástica nueva campaña publicitaria de Loewe en España (¡Ceporros en su estado silvestre!). Entre los comentarios posteriores que me encontré hubo uno de este tenor:
Por cierto¿por qué nadie se ofende con los futbolistas con cochazos de 200mil euros y vistiendo marcas de lujo?¿Sabéis,por por cierto, que pagan menos impuestos que nosotros, los curritos?¿Sabéis que los clubes de fútbol deben más de 800 millones de euros a las arcas públicas?A la gente le ofende un anuncio de tres tontitos pijos, pero no le ofende que gente que gana millones y se pavonea no pague lo que tenga que pagar a las arcas públicas,que,en realidad, es un dinero que nos deben a todos.
Prometí seguir la discusión por esta línea posteriormente y llegó la hora: ¿Qué es peor que un hatajo de futbolistas ganando millonadas? Respuesta: Un puñado de dirigentes ganando megamillonadas sin darles a los jugadores sino migajas.
Esto sucedió antes, sin duda. El ejemplo clásico es el del fútbol argentino de la primera mitad del siglo XX. Si cada club de Argentina cuenta con su propio estadio, fue gracias a las miserias que recibían de paga las estrellas del juego. Tuvieron que irse a la huelga y venir a escamparla a Colombia en lo que se llamó "El Dorado", para que se empezara a remunerárseles mejor. Esto trajo otras consecuencias, nefastas y jamás reconocidas por quienes escriben la historia del fútbol colombiano, pero esto es harina de otro costal.
De la misma forma el amateurismo en los Juegos Olímpicos tampoco podía justificarse por más. Avery Brundage podía despojar a Jim Thorpe de sus medallas por haber flirteado con el profesionalismo en el béisbol en una época más estricta (aunque se siente algún tufillo de racismo, está también el caso de una nadadora estadounidense descalificada por haber tomado una copa de champaña en el vapor que la llevaba a Berlín 1936), pero está claro que no hay mayor injusticia que un meganegocio en el que se lucran dirigentes olímpicos, canales de televisión, periodistas (¡por supuesto!) y hasta el gato... excepto los directos protagonistas de ese negocio, todo en el nombre de una tradición que jamás previó esto.
Y dicho esto, está claro el por qué no me molesta que los atletas ganen dinero a carretadas y lo malgasten en cochazos de 200.000 euros y en ropa de lujo. Eso sí: que los clubes deban 800 millones de euros a las arcas públicas y que los jugadores no paguen los impuestos que les corresponde... pues malo, muy malo.
Sobre las trapisondas monetarias del fútbol europeo les recomiendo entonces el post de mi colega el Agente P "Mientras descubren el agua tibia."
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