El Peso de una Reputación

En muy pocas ocasiones Dr. sipmac se ha metido de fondo en la crítica política, no por falta de ganas, sino por falta de tiempo para hacer las cosas con el rigor debido. Esta vez el respetado y afamado columnista Antonio Caballero, otrora apellidado por su actual patrono “El Llanero Solitario”, ha brindado con su columna “El Peso del Imperio”, una oportunidad para tratar con relativa facilidad ciertos temas políticos y periodísticos de interés (al menos para Dr. sipmac).

A lo largo de los años, muy pocos periodistas despiertan tanta admiración entre el público raso como lo hace Antonio Caballero. Caricaturista, periodista, novelista; famoso por no guardarse nada y por llamar pan al pan y vino al vino. Decidido yo a honrar, no a pisotear semejante reputación, tendría que hacer algunas precisiones sobre la columna de marras.

Primero, el tema general: que a pesar de sí mismo y de sus intenciones, el presidente de los Estados Unidos Barack Obama no puede evitar que su país se comporte como un imperio y como una nación racista. Ambos tópicos, imperio y racismo, darían para que corriesen ríos de tinta. Pero que en la parte de imperialismo quede para la muestra un botón: los pueblos de Europa Oriental sí que tienen algo que decir, ahora que Obama ha desmontado el plan del escudo anti-misiles para congraciarse con el neoimperialista ruso Putin, ¡el mismo día en que Polonia conmemoraba los 70 años de la invasión soviética! ¡Sí, la otra parte de la repartija que habían acordado Hitler y Stalin! A pesar de tener la misma información que Dr. sipmac, Caballero no mencionó nada de esto. No creo que le quedara difícil comentar que Obama, o sabía lo que hacía o es un inepto rodeado de ineptos que no le supieron sugerir otra fecha menos cargada de simbolismo para anunciar su decisión.

Veamos entonces que tendrá planeado entonces Obama para el “patio trasero”.

¿Y el racismo? Bueno, en la columna traen a colación el tema del representante Joe Wilson, un republicano que osó interrumpir la intervención del Presidente con un tajante “You Lie!”, expresión que me niego a traducir sin hacer una salvedad: que es posible inferir que Wilson tuteaba al presidente, sólo porque no dijo “You lie, sir!”, es decir, no dijo señor.

Pero ese vacío inexistente en la intervención de Wilson ha sido aprovechado por la prensa, entre otros por la columnista ganadora del premio Pulitzer, Maureen Dowd del New York Times, insertando la palabra boy (muchacho), lo que para Antonio Caballero implica algo mucho peor. En fin, la Dama Gris está dispuesta a hacerle los mandados al gobierno y al partido demócrata, junto con la mayor parte de la llamada gran prensa estadounidense. Rahm Emanuel (jefe de Staff de Obama), Paul Begala (comentarista de CNN) y George Stephanopoulos (Jefe de Corresponsales en Washington de ABC) se jactan de ponerse al día en la cartilla todas las noches por teléfono, no sobre lo que será noticia, sino lo que debe ser noticia. Estos son los responsables de informar al pueblo norteamericano (y al resto del mundo). Cualquier parecido con los antiguos Pravda o Izvestia no es ninguna coincidencia.

Y bueno, tratándose de Caballero, lo que me sorprende es que no se tomó la molestia de averiguar el por qué de aquel “You Lie!”. Obama, en su discurso ante el congreso en pleno, en defensa de una impopular reforma de sistema de salud, ya había mencionado entre otras perlas que la reforma (mejor conocida como Obamacare) no le costaría más a la nación, ya sepultada en deuda por una ley de estímulo de la economía que no ha estimulado nada, excepto la maquinita de fabricar dólares que cada vez valen menos, y un clientelismo rampante, algo que uno no asociaría normalmente con un país como Estados Unidos.

Cualquiera que esté familiarizado con el tema, sabe que Obama está decidido a pasar la ley de reforma de sistema de salud a como dé lugar. A pesar de contar nominalmente con mayorías en el congreso, y la mayor parte de la prensa de su lado (incluídos los caricaturistas), no tiene a la opinión pública de su lado. Esto no es ninguna ficción, la oposición es real. De otra forma, la reforma hubiera pasado por ambas cámaras con la celeridad que el presidente deseaba inicialmente.

La inconformidad de la opinión pública ha sido minimizada bajo su propio riesgo por la gran prensa (han oído hablar de algo llamado 9/12?), mientras que la dirigencia demócrata ha calificado a los opositores de Obamacare como nazis… y racistas (dicen que ésta, la denominada ”race card”, es la favorita de los demócratas para cuando las cosas van muy mal). Antes en Estados Unidos el slogan de la oposición era “Bush lied, people died”, ahora es “Obama lies, granny dies”, lo cual da una idea de la profunda desconfianza de buena parte del público hacia el pryecto de ley. Para los que la han leído, hay contenido polémico de sobra.
En fin, no quiero polemizar con la casi lírica descripción del peso de la púrpura imperial que hace Caballero. Lo que yo disputo es la cortedad de miras insuficiencia con la que abordó evidentemente buena parte de su columna, lo cual, lo único que me ha demostrado hasta ahora, es que Caballero dejó la extrema izquierda de su Alternativa hace años, para convertirse en un liberal al estilo de los Estados Unidos, o mejor dicho, al estilo del New York Times, sin opiniones propias. Un periodista tiene derecho a sus opiniones (o la falta de éstas), pero al menos debe respetar los hechos.

***

ACLARACION. He tratado de incluir todos los links posibles en tan corto tiempo para que los lectores tengan capacidad de verificar lo afirmado aquí. He tratado de ser riguroso en esto, pues mal me iría a mí señalando la paja en el ojo ajeno para no ver la viga en el propio. Los comentarios de los lectores (si llegare a haberlos) son bienvenidos, siempre y cuando sean en forma civilizada y constructiva, ojalá no llegue a cumplirse la ley de Godwin.
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