Se necesita voluntario para hacerle ver al público la soberbia de Antanas Mockus

Una vez más dando lora... esta vez por la "paz"
Antanas Mockus ha tenido una vida sin duda envidiable: después de 18 años de carrera política, ha logrado mantener inexplicablemente ante la opinión pública la ficción de no ser un político, mucho menos un politiquero. 

Esto no es una hazaña de poca monta: ha dado todas las volteretas electorales posibles, empezando por renunciar en su primer período como alcalde, seguro de haber amasado suficiente capital político como para aspirar a la presidencia de la República y fracasar. El entonces archipopular Fiscal General de la Nación, Alfonso Valdivieso hizo la misma jugarreta, y terminó en la irrelevancia amortiguada por unos cuantos cargos de nombramiento. Mientras tanto, el intrépido Antanas "pidió perdón" públicamente y regresó a la alcaldía de Bogotá como si nada hubiera pasado.

Después de unos cuantos sinsabores electorales con diferentes franquicias políticas, inesperadamente logró embelesar nuevamente a la opinión pública con una nueva candidatura presidencial en el 2010, arropado en la bandera de un "Partido Verde", que de verde sólo tenía el hecho que los demás colores ya estaban copados en el espectro político. 
Antanas Mockus ha tenido una vida sin duda envidiable: después de 18 años de carrera política, ha logrado mantener inexplicablemente ante la opinión pública la ficción de no ser un político, mucho menos un politiquero. 
Afortunadamente, el peor enemigo de Antanas Mockus es él mismo. El entusiasmo inicial que despertó su mesiánica candidatura (googléese "Ola Verde") fue saboteado por el mismo Mockus con gaffetásticas intervenciones en los debates presidenciales (sin contar con su ya clásicas salidas por la tangente cuando se le hacen preguntas que no sabe responder), entre otras, proponiendo salarios de hambre para los médicos, una terriblemente vergonzosa alocución al final de la primera vuelta de las elecciones, y el hecho de vararse en absurdas disquisiciones como las de brindar o no mediante voluntarios el transporte a su electorado el día en que más escasea el transporte público. Todo porque "yo vine porque quise, a mí no me pagaron."

Cualquier partidario suyo podría justificar fácilmente el que no quisiera honrar el pacto de su partido al no apoyar a Enrique Peñalosa a la alcaldía de Bogotá en 2011, ya que le rechinaba el tener que"contaminarse" de uribismo; al fin y al cabo se retiró del Partido Verde. Lo que no tuvo ninguna justificación fue que no demoró mucho en buscarse otra franquicia política para aspirar él mismo una vez más a la alcaldía, compitiéndole directamente (y nuevamente) a Peñalosa. Y otro fracaso más en la lista.

Es claro que después de 18 años de carrera política, su ego se desarrolló. La explicación está en el cubrimiento que le ha hecho la prensa a lo largo de este tiempo, que por lo general ha sido favorable a mas no poder, nunca que se sepa ha tenido que afrontar la hostilidad de un entrevistador ni se ha visto envuelto en una historia que afecte negativamente su imagen, a pesar de sus antecedentes, que en el caso de otro político, hubieran sido explotados como traiciones e inconsistencias. Y por esto, siempre hay buena parte del público que lo tendrá en muy buena estima, a pesar de que los hechos estén delante de sus ojos.

Ahora, el ego insatisfecho de Mockus demanda atención y cubrimiento mediático; y que mejor forma de conseguirlo montándose en el bus del proceso de paz, ofreciendo "1000 horas de trabajo" a las farc, convirtiéndose en su asesor político. El "voluntario por la paz de Colombia" incluso ofrece arrastrar a algunos más en esta empresa, con su "kind pressure", o presión amigable.

Como decía el dueño de Konker, "¡Apúrele que estoy botao!"

Como si las farc tuvieran que tomar clases de soberbia de alguien más...


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